Así tituló Elendha a su cuaderno. Un montón de hojas en blanco, cuando en este mundo ya no quedaba papel. Al día siguiente tendría que ir a elegir una de las miles de carreras que definirían su futuro como una experta en... algo. Una herramienta, un nuevo eslabón del sistema. Estaba obligada por el gobierno a seguir una carrera. Nada interesante, nada lucrativo intelectualmente, ninguna opción de un lugar donde crear. Todo era técnico, todo se reducía a códigos, a computadoras. No conocía a nadie que hubiese leído un libro, admirado un cuadro.
Corría el año 2107 y el arte estaba erradicado de la civilización. De hecho, ella misma lo estaba.
Recordaba con inmensa alegría el día en que su bisabuelo Eyphm se acercó con cautela y le pidió que la siguiera al sótano de su casa.
"Hoy se cumplen 8 años desde tu nacimiento, mi niña. Sé que tus padres, sé que este mundo no le da importancia a tal fecha. Pero yo aún recuerdo con nostalgia cuando todo esto se festejaba. Es tu cumpleaños, princesa, y eso es motivo más que suficiente para festejar."
"¿Qué es una princesa?" El rostro de su antepasado se inundó de tristeza ante la inocente ignorancia de su bisnieta.
"Niña, ¡es eso lo que vas a averiguar hoy!" Con renovada alegría, sacó un paquete cubierto de brillantes colores." Esto, es un obsequio. Y es para tí.
Extrañada, la pequeña de los ojos luminosos se deshizo del papel cobertor. Se encontró con un objeto rotulado como: "El mundo encantado de Ela".
"¿Qué es esto? ¿Cómo funciona?"
"No es una máquina, Elendha. Es un libro."
"¿Un libro? ¿Esas cosas que usaban los humanos primitivos para escribir historias absurdas que nunca sucedieron?"
"¿Quién te dijo eso?"
"AZF42. Mi profesor de antropología."
"Eso no es un profesor, es una cosa de lata. Dime, ¿alguna vez soñaste algo descabellado? Como... ¿viajar en el tiempo?" Los ojos de la muchacha brillaron aún más.
"¿Me dices que eso puede ser real?"
"No, bonita. Sólo estoy diciendo que otros lo soñaron antes que tú. Así como soñaron muchas cosas más. Y las compartieron con el mundo. Y eso, Elendha, eso es arte."
"¿Arte? Pero ZFY73 dice que..."
"¡No me importa lo que diga ese viejo cacharro! Lo que quiero lograr es que dejes de repetir como un loro lo que te dicen. Quiero que sueñes con algo mejor, con lo que te mereces. Quiero salvar el gran potencial que tienes. Quiero que explotes todo lo que se esconde tras esos conocimientos inútiles. Quiero que seas un ser humano."
"¿Qué debo hacer?" Dijo ella, avasallada por la pasión de tales palabras.
"Guarda este libro como el objeto más preciado, léelo por las noches con luz tenue. Y luego, toma este cuaderno, y anota con las palabras más bellas que encuentres todo lo que imagines."
Elendha tomó el cuaderno y la lapicera de la mano extendida de su bisabuelo.
"Pero... yo sólo escribí en computadoras..."
"Sólo debes reproducir lo más parecido que puedas las letras del teclado. Y lo más importante: nadie, nadie, debe saber todo esto. ¿Puedes guardar el secreto, paloma?"
Ella asintió en silencio. Y por primera vez en su vida, brazos rodearon a Elendha en un cálido abrazo. Y en ese calor, todas las dudas se disiparon. Y comenzó el pactó entre los dos últimos artistas del mundo.
O por lo menos, eso creían...
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